Museo del Chocolate
Tamara Silva
Al entrar al Museo del Chocolate (MUCHO) de la Ciudad de México, la primera experiencia del visitante es saborear y sentir la esencia pura del cacao, tomando una pieza fresca para pelar la cascarilla.
En la primera sala se puede viajar a través del tiempo, con instrumentos antiguos que le dieron vida al chocolate mexicano, como el molinillo español para crear la espuma perfecta, el metate para moler cacao con su inclinación perfecta y jícaras de diferentes tamaños entre otros aditamentos.
La segunda sala narra la historia de la semilla de cacao a través de dibujos en tiempos prehispánicos. Los olmecas fueron los primeros en encontrar el árbol de cacao, lo cultivaron y consumieron como tal el fruto, mientras que los mayas iniciaron el proceso de fermentación secado y tostado en la semilla. Los mexicas, por su parte, utilizaban la bebida de cacao en ceremonias para guerreros, sacerdotes y gobernantes; era una bebida rojiza, picosa y amarga.
Con la llegada de los españoles, la bebida cambió, se endulzó y espesó con azúcar, canela e incluso con huevo. Surgió la hora del chocolate inicialmente para reyes y con el tiempo para personas de estatus alto. Después, las monjas crearon bizcochos para acompañarla originando los panes de dulce.
En la tercera sala se describe el crecimiento del árbol del cacao, el proceso que toma para su reproducción y crecimiento.
Finalmente, en la cuarta sección del museo se exploran exhibiciones de artesanías y objetos que se utilizan en la fabricación del chocolate. También se experimenta con las diversas esencias que dan origen a los sabores del chocolate y se pueden oler sus aromas al presionar un atomizador. Algunos de ellos son la menta, naranja, vainilla, canela y almendra, entre otros
En México los estados de Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Chiapas y Tabasco son los mayores productores del cacao, siendo este último el que genera mayor producción.
Un dato asombroso que se puede aprender en la visita a este lugar es que una sola semilla de cacao contiene 325 elementos químicos, generando en quien lo consume todo un mundo de emociones.
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