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Priva desolación en Acapulco a una semana de “Otis”

  • Persiste ambiente de caos y desesperanza por la devastación del puerto


Rubén Hernández y Tamara Salazar


Hace ocho días los vientos huracanados del que se convertiría en la tormenta más devastadora en la historia de Acapulco comenzaban a sentirse al anochecer en la bahía de Santa Lucía.


La madrugada del fatídico 25 de octubre de 2023 quedará en la memoria de los acapulqueños durante mucho tiempo. En menos de 24 horas, “Otis” había pasado de ser un huracán categoría 2 a la 5, la más grande en la escala Saffir-Simpson con ráfagas de viento sostenido de 270 kilómetros por hora y un poder de destrucción alto.


Nadie sabía lo que vivirían en las próximas horas los residentes y turistas nacionales y extranjeros en el emblemático puerto de la costa guerrerense. Ninguna autoridad advirtió o dimensionó la fuerza devastadora con que “Otis” estaba apunto de castigar al Acapulco tradicional, Punta Diamante y las periferias de las zonas más pobladas y humildes.


Una madrugada para el olvido. Las horas más largas y oscuras de una tragedia que quedaría en evidencia con los primeros rayos de luz del alba. Un despertar amargo y triste. El escenario: devastación y desolación.

El meteoro se degradó rápidamente al internarse en la zona montañosa de Guerrero y dejó de ser una amenaza para el resto del territorio nacional. Sin embargo, el daño ocasionado por “Otis” ya estaba hecho.


El huracán arrasó la zona costera de Acapulco, en donde el 63 por ciento de sus construcciones quedaron inutilizadas. Dañó mil 157 kilómetros de calles y caminos y 187 de carreteras primarias y secundarias, así como 98 kilómetros de líneas de electricidad y telefonía.


Al menos el 80 por ciento de los hoteles tuvieron algún grado de afectación. En la Costera Miguel Alemán, palapas, restaurantes y negocios desaparecieron. El Club de Yates y la Marina presentaban embarcaciones destruídas y volteadas. Los grandes condominios y edificios exclusivos en la Zona Diamante lucían destruidos.


En consecuencia, los servicios básicos de agua y electricidad se suspendieron y dejaron de funcionar. La gasolina se agotó en horas y los alimentos y líquidos para el consumo humano comenzaron a escasear. Ante esto, el miedo y la incertidumbre se apoderó de la población que decidieron tomar las calles y la rapiña comenzó en todos los comercios en una ciudad sin ley ni orden que se mantuvo durante varios días.


El robo indiscriminado a comercios no fue solo para sustraer artículos de primera necesidad. Pantallas de televisión, electrodomésticos y demás enseres de lujo fueron arrebatados de manera sistemática de los almacenes durante días y noches sin que nadie lo impidiera.


Además, no solo comercios fueron vandalizados y saqueados. De acuerdo con un informe de la empresa Seguridad y Protección Bancaria (Seproban) 13 sucursales bancarias sufrieron robos por un monto de 7.3 millones de pesos.


Y aunque el huracán Paulina, en 1997 causó cerca de 200 muertes en este mismo puerto, las víctimas mortales de “Otis” no han terminado de contabilizarse. Hasta el momento suman 46 las pérdidas humanas y 54 desaparecidos. Sin embargo, falta levantar los escombros de las construcciones derruidas, contabilizar los barcos y botes hundidos, y sobre todo, llegar a las comunidades más humildes a evaluar los daños y pérdidas por lo que los números podrían aumentar.


Cifras conservadoras de especialistas en desastres como la firma Enki Research estima que las pérdidas económicas ocasionadas por “Otis” suman al menos 10 mil millones de dólares y que la reconstrucción del puerto tal y como se conocía antes del 24 de octubre tardará por lo menos cinco años.


AYUDA A CUENTAGOTAS


La magnitud de la devastación que dejó a su paso el meteoro puso en evidencia la falta de respuesta inmediata y acciones coordinadas de las autoridades en los tres niveles de gobierno.


La ausencia en el control de la seguridad en Acapulco fue evidente. Robos, despojos e intromisiones en domicilios particulares fueron reportados a plena luz del día y sin que ninguna autoridad detuviera a los responsables.


Abelina López Rodríguez, Alcaldesa de Acapulco, calificó como "cohesión social" los robos en tiendas. "Yo no le llamo robar, yo le llamo cohesión social, yo no le llamo robos, quizá no es lo mismo quien tiene el estómago lleno al que no lo tiene lleno", argumentó la morenista cuando se le preguntó sobre los saqueos.


No fue hasta que llegaron elementos de la Guardia Nacional que el orden y control en las calles se restableció y cesó la rapiña. Solo con el arribo de elementos del Ejército y la Marina a la zona de desastre la ayuda comenzó a fluir, pero de manera lenta y escasa.


La primera visita del Presidente, Andrés Manuel López Obrador, al puerto para supervisar los daños y trabajos de apoyo la semana pasada fue accidentada y pasó desapercibida para los damnificados. Al tratar de llegar a la zona por carretera, su vehículo se quedó atascado y tuvo que caminar y abordar otro vehículo particular.


La desorganización en la entrega de apoyos por parte de miembros del gabinete ha sido clara provocando la inconformidad de los residentes afectados. La falta de combustible, servicios básicos y de consumo son las demandas que más reclaman los damnificados que están desesperados. Hay zonas en que todavía no han llegado los miembros de la Fuerzas Armadas para entregar despensas y agua.


Y en medio de este caos, el debate político y el querer sacar ventaja por parte de algunos gobernantes lastima aún más la herida profunda de la gente.


Las secretarías de Gobernación y de Seguridad Pública federales, Luisa María Alcalde y Rosa Icela Rodríguez, fueron captadas por las calles del puerto haciendo un recorrido y dando información sobre los avances de la atención a damnificados, pero con sus botas totalmente limpias y sin rastros de haber visitado las zonas más afectadas que estaban inundadas.


La insensibilidad ante la tragedia fue manifiesta con otras funcionarias del partido oficial. La Alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, celebró un día después de que “Otis” golpeó al puerto, su segundo Informe de Gobierno entre bombos y platillos, y con fuegos artificiales.


Tras su discurso en donde trató de destacar los logros de su administración, usuarios de redes sociales mostraron su inconformidad y se sumaron a las críticas con diversos videos que narraban la celebración, así como fotografías que retrataban las afectaciones que sufrió la ciudad tras el huracán.


La Alcaldesa morenista es la misma que en mayo pasado fue grabada en vídeo sosteniendo una reunión con Celso Ortega Jiménez, uno de los presuntos líderes del grupo criminal de los Ardillos generador de violencia en el estado. Hernández reconoció la reunión y dijo que el video estaba editado y comentó que el encuentro había sido "algo fortuito”.


Y con este tipo de acciones que restan atención a lo verdaderamente apremiante como es la ayuda a los afectados del huracán, la Gobernadora de la entidad también dio de qué hablar cuando grabó un video agradeciendo todo el apoyo que ha recibido de la federación, siendo que hay miles de personas que no han recibido una sola botella de agua.


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