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'Es el disco de Odín, tiene un solo lado. En la tierra no hay otra cosa que tenga un solo lado': J.L. Borges.
La libertad de expresión y el derecho a disentir son garantías fundamentales en toda sociedad que se jacte de ser civilizada. Los contrapesos brindan flexibilidad y estabilidad social para evitar que el poder se concentre en manos de una sola facción o directamente sobre un individuo.
Garantizan la rotación y revisión del poder o gobierno en turno de forma transparente y constante. Montesquieu público su obra 'El Espíritu De Las Leyes' en 1748, que contenía su teoría de la separación de poderes.
Propuso que el poder del gobierno o estado debería dividirse en tres ramas independientes: legislativa, ejecutiva y judicial.
Así, en un sistema de contrapesos efectivo, el poder legislativo que formula las leyes, puede supervisar y restringir al ejecutivo, que las implementa; por ultimo el poder judicial, como intérprete de la ley, tiene la autoridad de corregir o anular acciones que transgredan la Constitución o los derechos fundamentales.
Este equilibrio garantiza la autonomía e independencia de cada poder del estado, evitando que uno se imponga sobre los otros, lo que resulta en un gobierno más justo o equitativo.
La ausencia de estos contrapesos a menudo conduce al nacimiento de regímenes autoritarios.
América Latina durante el siglo XX es un ejemplo cercano y lamentable con dictaduras como la de Augusto Pinochet, que derrocó con golpe militar a Allende; Perón en Argentina, que fue electo democráticamente pero ya en el poder intentó concentrarlo bajo su mando o Brasil, con el General Emílio Garrastazu Médici, recordado por su 'Años de Plomo', una represión brutal y sistemáticas violaciones a los derechos humanos de la población.
Dichos regímenes lograron instaurarse y corromper o cooptar las instituciones democráticas, eliminando la independencia del poder judicial, subordinando el legislativo al ejecutivo y reprimiendo a la prensa y a la sociedad civil.
Es importante mencionar que más allá del modelo gubernamental en los que actúan las facciones políticas (leyes, constituciones, acuerdos…), hay factores externos no sujetos a estos parámetros que influyen de forma poderosa en el desarrollo de toda sociedad.
El pluralismo político, la prensa independiente pero sobre todo la sociedad civil organizada, son fuerzas extra institucionales que fortalecen el tejido social. Se dice por ejemplo, que la prensa libre juega el rol de “cuarto poder”, evidenciando abusos de poder o injusticias para exponerlas al escrutinio público.
La sociedad civil con organizaciones estudiantiles, sindicales o de cualquier otra índole representan también una variable considerable por la envergadura de su impacto a nivel social.
Es fundamental comprender esto para reconocer que los contrapesos no operan automáticamente; requieren de participación activa y constante, una mínima responsabilidad ciudadana siempre pendiente de su entorno.
La apatía ciudadana además de dejar sin revisión ni rendición de cuentas al poder, es caldo de cultivo para violaciones a los derechos humanos de todo tipo.
En un gobierno absoluto el individuo no es nada. En resumen, lo totalitario resulta limitante y casi siempre fatídico. Un mundo de blancos o negros absolutos resulta pobre, falto de matices que amplíen el espectro de luz u obscuridad en la escala de grises que tanto enriquece la expresión.
Una pluralidad diversa propone, complementa y permite coexistir ideas afines o contrarias sin necesidad de un conflicto abierto. Deberíamos de estar más dispuestos a hablar con los que no estamos de acuerdo.
Creo que Walter Lippmann tenía razón cuando dijo que 'Donde todos piensan igual, nadie piensa mucho”.
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