Segundo Debate Presidencial
@reuters
Javier Lether
Me despertó un chico que apenas pude reconocer cuando llegamos a la base de los camiones que salen del Aeropuerto, eran alrededor de las tres de la tarde. El aire era una combinación de bochorno y vientos, sol amarillo y nubes grises.
Pregunté por el camión hacia Mixcoac que se va por todo Churubusco. "Es este que viene", dijo una chica de las que está al tanto de la llegada y salida de los "camiones morados". Deposité mis respectivos 8 pesos para comenzar el viaje por aquella ruta que conozco de memoria.
El Centro Nacional de Las Artes (CNA) alberga uno de mis sueños que no se cumplieron, la Escuela Superior de Música, pero en ésta ocasión no iba para recordar viejos sueños del 2016 o ver una película en la Cineteca Nacional. Muy cerca se encuentran los Estudios Churubusco, sede del Segundo Debate Presidencial.
Durante el camino que cruza la Prepa 2, Plaza Zentralia, Rojo Gómez y la Central de Abastos, no pude evitar recordar aquellas épocas en las que recorría esos lugares cuando trabajaba para Starbucks y Cinépolis. Para aprovechar los 40 minutos de traslado, me entretuve leyendo algunos capítulos de El Camino de un Reportero de Manuel Mejido para inspirarme al momento de hacer algunos guiones para la cobertura del debate.
Últimamente ese libro se ha convertido en mi biblia periodística. Es sorprendente como unas hojas llenas de la experiencia de Mejido pueden enseñarte sobre cómo redactar entrevistas y crónicas, mejor que los profesores de la licenciatura.
Leí un texto íntegro de la entrevista con Marion Spychalski, presidente de Polonia que se publicó en Excélsior en 1986 mientras pensaba en cómo presentarme ante la cámara:
"Excelente tarde de domingo, amigos de Revista Zócalo", "Claudia Sheinbaum de la coalición 'Sigamos Haciendo Historia', Xóchitl Gálvez de 'Fuerza y Corazón Por México' y Jorge Álvarez Máynez de Movimiento Ciudadano se presentarán en punto de las 8 de la noche", "síganos en nuestras redes sociales".
Giré mi cabeza para reconocer los puentes y grafitis, pero sobre todo el edificio morado y naranja que anuncian la llegada al CNA. Con prisa de llegar a la sala de prensa, comencé a subir y bajar escaleras, tratando a toda costa de no sudar para no lucir exhausto a cuadro. Resultó difícil ya que cargaba conmigo una maleta con una computadora, mi cámara, micrófonos, cables, cuadernos, plumas, agua y un chaleco de prensa de mi escuela, el azulado Centro Universitario en Periodismo y Publicidad (CUPP).
Me dirigí a la calle Atletas para ingresar a las instalaciones. Después de las 5 de la tarde no se permitiría el ingreso aun cuando tuviera mi credencial. No me podía permitir ese problema, pues conseguir la acreditación para mis compañeros de la revista y para mí había sido todo menos fácil.
Ese mismo día se celebró el Festival del Día del Niño en las instalaciones del CNA, lo cuál hacía una división de ambientes: obras de teatro, risas y cantos de niños mientras jugaban, apapachados por el amor de sus padre mientras que en la avenida Tlalpan se apoderaban los gritos serios de los simpatizantes de Morena, con sus banderas blancas y sus gorras color vino, policías tiesos que se reservan los saludos para solo dar indicaciones para llegar a la entrada de los Estudios Churubusco.
Escuché que en Iztapalapa, se venden votos para los partidos. Que acarrean personas para llenar espacios vacíos, para aparentar tener más simpatizantes de los que son, aunque esas personas estén en contra de la política de éstos. Pero muchas veces esos 500 pesos que “regalan” ayudan a las personas de una clase media baja que ya no existe, porque los poderosos decidieron que no importamos más, que solo existen para estas épocas en dónde se hacen los humildes, se sientan a comer frijoles con obreros y después se olvidan de los adultos mayores que trabajan a la edad de 80 años con cataratas en los ojos o los niños con dos prendas para el invierno.
Cruce la entrada y me abrí paso entre los guardias y los demás periodistas para reunirme con mi editor, Carlos Padilla Ríos, un señor de 66 años con apenas algunas canas, un cabello desenmarañando y de baja estatura. “Javier, pareces artista”, dijo mientras nos saludamos de mano. “Soy artista, Lic”. Decidí vestir con un saco vino, el cuál es mi favorito, una camisa negra con pantalón gris y unos lentes de sol al estilo de los años 70.
“Me dicen Luis y Abraham que ya están por llegar. Hay que apresurarnos porque a las seis comienzan a llegar los invitados y luego los candidatos”, comenté. “Claro, agárrate esa silla y siéntate o mejor busca una mesa para nosotros”, replicó Carlos. Busqué entre la muchedumbre de periodistas alguna mesa, pero todas estaban ocupadas, hasta que ví una silla en medio de mochilas sin ninguna computadora o botella de agua que amenazara con estar apartada. Puse mis cosas como si fuera la bandera del Apolo 11 para que supieran que ese mueble tenía dueño.
Enseguida llegaron mis compañeros y amigos de la revista: Luis, un chico de 24 años, con cabello oscuro y algo de gel, siempre con un aire tranquilo y pacífico; y Abraham, el más chico del área de redacción, con 21 años, sabía de tantos temas y sobretodo de política, cara redonda, cabello corto y tez blanca. Ambos estudiantes en la Facultad de Literatura y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Nos saludamos aprisa e hicimos una pequeña junta para distribuir el trabajo. “A ver, somos cuatro podemos hacer varias cosas” dijo el licenciado, “ya empecé un guión dando la bienvenida. Ahorita lo grabamos”, “¿Puedes editarlo justo ahora?”, preguntó Carlos. “Sí, tengo la cámara y el micrófono, después lo paso a la tablet y lo edito antes de que empiece el debate”, contesté. “Bien, pero hacen falta las propuestas y las encuestas, hay que dividirnos dos y dos. Vayan a grabarlo”, ordenó.
Logramos conseguir más sillas para la mesa y poder trabajar juntos. Las manecillas seguían inquietas, mientras nos acomodamos para saber quién diría qué y cómo lo diría. “¿Quiénes eran los periodistas que van a moderar el debate?”, “¿Y si mejor decimos la bienvenida juntos?”, “es que yo no me sé los datos de las encuestas”, “son las del Financiero” y entre otros diálogos, grabamos y nos equivocábamos más de lo que esperábamos, pero siempre guardando la compostura. Incluso cuando, a causa del viento, cayeron ramas de un árbol detrás de nosotros mientras estábamos a cuadro.
Cuando por fin terminamos eran las 6 de la tarde, lo cual significaba que nos quedaban dos horas para poder subir nuestro vídeo y tomar fotos de los candidatos cuando llegaran. Cada quien se colocó en su lugar como si fuéramos la tripulación de alguna nave espacial. Decidimos que Sheinbaum sería cubierta por el Licenciado, Gálvez por Abraham, Álvarez Máynez por Luis y yo me encargaría de la edición y de estar publicando todo lo que ellos anotaran de los candidatos.
Se suponía que Álvarez Máynez sería el primero en llegar, pero no fue así, se atrasó y dio paso a qué la primera fuera Xóchitl, después él y al último Sheinbaum. Cada uno se limitó a decir poco al momento de llegar, como si fuera una alfombra roja con los flashes de las cámaras y los gritos de los periodistas, se regocijaban mientras subían las escaleras que los llevarían a su encuentro. Yo corría del podio a las escaleras para tomar fotografías.
RETRETES DE LUJO Y UNA SEÑAL QUE SE PIERDE
De regreso a la mesa, me di cuenta que los meseros comenzaron a repartir croissants y sandwiches. No había comido nada así que tomé varios y un refresco con hielos para empezar la degustación gastronómica. Empecé a descargar los vídeos para editarlos, resultó que no excedían los 3 minutos y todos habíamos hecho un buen trabajo frente a la cámara, solo había que cortar unos cuantos segundos y colocar el logo de Zócalo.
Tuve que ir al baño después de dos refrescos. Los baños eran portátiles y temí que fueran como los de los conciertos: sucios, con aroma espantoso, pero me sorprendió que estaban bastante pulcros, con jabón electrónico, espejo y al momento de jalar la cadena, el retrete se abría y trasladaba toda el agua a una dimensión desconocida. Me atrevo a decir que la comida y los baños fueron lo mejor del debate.
En nuestra mesa se encontraban reporteros de La Silla Rota y W Radio, todos listos con sus laptops para comenzar a escribir, editar y comunicarse con la mayor brevedad posible. Dos vaso de agua de jamaica, quesadillas de queso y chicharrón como entrada, el plato fuerte; los candidatos en sus podios.
Terminé el vídeo de bienvenida mientras compartía las fotos al celular de Luis con el bluetooth de Canon, el resto se dedicaba a redactar. Todo parecía que marchaba a buen paso, cuando de repente el internet comenzó a fallar. Los murmullos pasaron a ser quejas e insultos, todo comenzó a sentirse con presión.
Todo lo que teníamos planeado subir y la cobertura se fueron a la basura, la gente gritaba: “internet, internet, internet”. La red de prensa se había caído y lo peor era que era imposible conectarse a los datos móviles. Muchos periodistas comenzaron a levantarse de sus sillas, corrían de un lado a otro. “¿Para qué nos hacen venir?, esto lo pudimos haber visto en nuestras casas”, reclamaban.
Comenzó el debate, la gente se agitaba y se quejaba. El personal del Instituto Nacional Electoral (INE) se acercaba a nuestras mesas a tratar de solucionar el apuro, aunque resultaba inútil. "¿Ya subiste el vídeo, Javier?", preguntó el Licenciado. "No, no hay forma. Sin internet ni datos es imposible. Iré a la entrada a tratar de subirlo", dije. "Si en cinco minutos no regresa, nos vamos", advirtió.
Las pantallas que se habían colocado alrededor de la sala de prensa, como si se tratara de una película de un ataque nuclear, se apagaban y volvían a la normalidad. Una Sheinbuam se entrecortaba y una Gálvez se perdía entre el espejo negro de la patalla. Los meseros comenzaron a repartir pambazos para "el mal tiempo" y no dudé en aceptar la situación que acompañé con varios vasos de agua de limón.
La gente del INE se mostraba cada vez más abrumada, nos ofrecían diferentes redes para conectarnos, pero los intentos resultaban infructuosos. La gente se aclimataba a la queja colectiva, y algunos otros nos reunimos en la entrada como si fuera una fila para el baño y lograr subir algo a los medios.
Después de varios minutos por fin logramos recuperar la señal, pusimos manos a la obra y seguimos el paso del ya adelantado debate. Para recobrar energías me comí un brownie y otros hicieron lo propio con chapatas.
El debate comenzó como si fuera un programa de El Rival Más Débil o Yugi-Oh, donde los candidatos intercambiaban sus propuestas, ataques y ridiculeces. Comencé a publicar lo que los demás recolectaban, mientras escogía las mejores líneas de cada uno de ellos:
“Xóchitl Gálvez aseguró que durante la gestión de la candidata Sheinbaum Pardo, la Ciudad de México no tuvo crecimiento económico ni tampoco hubo aumento de empleos. Gálvez propone seguridad e infraestructura. ‘Candidata de las mentiras’ llamó la candidata panista a Sheinbaum”.
“Maynez recuerda que fue diputado que votó en contra de las reformas del Pacto por México. Menciona que personas como Mario Delgado y gente de Morena prometieron revertir el gasolinazo y no pudieron. Además, promete empleos para los universitarios”.
“La candidata de Morena, PT y PVEM, Sheinbaum, anuncia programa de apoyo de 60 a 64 años a mujeres indígenas. En 36 años los salarios no aumentaron. Y, propone dos canastas y media básicas”.
DEL TODOS GANAN AL CÓRRELE QUE SE VA
En realidad no tengo mucho tiempo en el mundo del periodismo, y menos aún en la política, lo cual resulta irónico porque estoy en una revista que se dedica a ese rubro y por eso mismo decidí ser reportero, para desafiarme en lo que soy débil. Lo que percibo, como novato, de los periódicos y los medios, por profesores y periodistas del gremio, es que cada uno toma su bando, nadie es neutral y cada quien se vende al mejor postor. Las encuestas y los resultados de los debates proclaman diferentes ganadores, ¿quién dice la verdad?
Algunos dicen que tanto el primero como el segundo debate lo ganó Claudia Sheinbaum, otros dicen que fue Xóchitl Gálvez; los parámetros son las propuestas que se hacen y los ataques que realizan. Máynez gana en popularidad, eso sería lo más divertido; que la tortuga gane mientras las dos liebres se destrozan.
Lo cierto es que en mas de una ocasión, Gálvez hizo que los reporteros reaccionaran como cuando un futbolista burla a otro para quitarle el balón. "Ohhh!", "tsssss", "alaaaa", fueron algunas onomatopeyas que se escucharon mientras yo seguía publicando en el perfil de X de Zócalo.
“Máynez propone que debe seguir una política de aumento al salario y jornadas laborales dignas, que menciona, puede incluso mejorar la productividad. Propone aplicar el principio de programa nacional de primera infancia, con el enfoque para mejorar el bienestar emocional de los niños y niñas de México”.
“¿Recibió o no apoyo la empresa de Claudia Sheinbaum durante la pandemia?", preguntó Gálvez.
“Asimismo, le mostró a la candidata del oficialismo una fotografía en la que muestra a su ex esposo, Carlos Imaz, recibiendo dinero. Aseguró que el gobierno de México está endeudado. También aseveró que este sexenio recortó el presupuesto para las estancias infantiles. De la misma manera, comentó que este gobierno se va a robar los afores. ‘Son unos bandidos’”, concluyó.
“La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum, adelanta que creará 8 nuevas líneas de trenes en el país. Carreteras que permitirán la conectividad para favorecer la relocalización del país”.
No importa qué lado gane, mientras la habitación mantenga una creación de memes y sea una carrera al estilo armamentista sobre quién logró qué, quién no hizo qué, quién hará qué, es todo lo que importa. Mientras, los reporteros nos embutimos tostadas, quesadillas, nos amontonamos por los Doritos y recobramos ánimos con el café y el azúcar en una escena godinezca nocturna.
"Ya casi acaba el debate, faltan veinte minutos. Debemos apartar un lugar en el podio si queremos tomar fotografías y tratar de entrevistar a alguno de ellos", dije. Pues en el primer debate me quedé sin lograrlo, pero de los errores se aprende. Corrimos a buscar un lugar entre los camarógrafos y los miles de cables con los que uno se tropieza mientras evitas tirar algo.
Si hay algo que aborrezco de los fotógrafos es su desesperación por tomar la foto, como si fuera la última chuleta. Se amontonan, empujan y estorban, mientras que los reporteros gritan y chiflan como si fuera el tianguis de Santa Cruz Meyehualco.
El primero en salir fue Máynez, "debería hacer publicidad con una marca de pasta de dientes","papi, estás bien guapo", fueron algunas de las frases que le gritaban mientras declaraba que había ganado el debate. Xóchitl se tomó fotos con su equipo debajo del podio, "arriba, tomensela arriba", gritó más de uno, pues resultaba difícil capturar un buen momento junto a Margarita Zavala. También se proclamó ganadora. Y por último, Sheinbaum, que ¿adivinen qué? también se auto proclamó ganadora del debate.
Yo me pregunto si es una forma de engañar a los que no vieron ni un minuto el debate por televisión, si en verdad creen ciegamente que ganaron o es una forma de auto motivarse. Deberían ser honestos y decir que hubo momentos en los que se equivocaron, que el país no está bien, que les faltó proponer o que es imposible lograr sus planes. Reconocer las fortalezas de sus competidores, jugar para disfrutar y no solo para ganar.
Corremos a la salida, se obstruye el camino por los carros y Claudia se reúne junto a sus simpatizantes. Pude observar como una chica le tomó una fotografía en picada, eufórica como si de Justin Bieber se tratase. No hay más oportunidad de quedarnos; todos vivimos lejos y el reloj reprocha atención: 11:20 pm. El Metro es la última esperanza de no dormir en la calle. El desgraciado, a pesar de estar en la base de Taxqueña, solo una antes de General Anaya, nos hizo esperar casi hasta las 12:00 en punto. Que se acabe la maldita noche, fue suficiente de opiniones, manipulación, el riesgo de hablar, imponer prestigio y de disponer de los problemas del país.
Los candidatos se declararon todos vencedores del segundo Debate Presidencial que se celebró en el Centro Nacional de las Artes a donde estuvo presente el Sistema Informativo CUPP.
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