MURALES Y MILAGROS: EL CENTRO HISTÓRICO DE LA CDMX COMO LIENZO VIVO DE LA IDENTIDAD MEXICANA

LA CIUDAD DE LOS PALACIOS SOBREVIVE AL TIEMPO

Por Diego Loyola Guadarrama

El muralismo mexicano, surgido tras la Revolución, encontró en los edificios del Centro su plataforma más poderosa. Obras monumentales de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco se erigieron como herramientas pedagógicas y políticas para reescribir la historia desde una perspectiva nacionalista e indigenista.

·         Palacio Nacional: Los murales de Rivera sobre la historia de México transformaron este edificio gubernamental en un santuario laico de la memoria nacional.

·         Antiguo Colegio de San Ildefonso: Cuna del movimiento muralista, exhibe obras fundacionales que establecieron el canon artístico de la época.

·         Palacio de Bellas Artes: El recinto que no solo alberga la danza y la música, sino que protege obras clave como El hombre controlador del universo, el rediseño que Rivera hizo de su polémico mural para el Rockefeller Center.

Antes de la era moderna, la expresión artística dominante era el Barroco Novohispano, una manifestación de fe y riqueza. Las iglesias y conventos están repletos de altares dorados, fachadas talladas en tezontle y cantera, y retablos que son obras maestras de la escultura y la orfebrería.

El Metropolitan Tour de arte en el Centro Histórico es un viaje desde la austeridad de las primeras fundaciones coloniales hasta el exceso decorativo del Churrigueresco (un estilo ultrabarroco), palpable en la Catedral Metropolitana y el Templo de San Francisco.

La vitalidad contemporánea del Centro se encuentra en sus calles y mercados. Aquí, el arte se democratiza a través de:

·         Artesanías y Arte Popular: Desde alebrijes hasta textiles, los mercados como el de La Ciudadela mantienen viva la tradición del arte funcional y ritual.

·         Grafiti y Arte Callejero: En los barrios menos gentrificados, el arte urbano funge como un medio de protesta social, comentario político y expresión juvenil, añadiendo una capa de diálogo cultural que desafía las estructuras formales de los museos.

El Centro Histórico no es un mero depósito de arte antiguo, sino un laboratorio de innovación. La coexistencia de arte prehispánico (como el Templo Mayor), colonial, moderno y contemporáneo en un espacio geográfico reducido genera una fricción creativa única. Museos como el Museo Universitario del Chopo (en su límite) o galerías emergentes en el Barrio Alameda siguen utilizando los antiguos edificios para exponer las propuestas artísticas más vanguardistas, asegurando que este corazón histórico se mantenga constantemente vivo y relevante.

El arte en el Centro Histórico de la CDMX es una memoria tridimensional que permite a cada visitante leer el rostro cambiante de México a través de sus muros, sus santos y sus expresiones más irreverentes.