Ubicado en C. Salvador Novo número 88, en la colonia Santa Catarina, en la alcaldía Coyoacán, muy cerca del Metro Miguel Ángel de Quevedo.
Mariana Castro y Daniela Tapia
Visitamos el Museo de la Acuarela que está ubicado en C. Salvador Novo número 88, en la colonia Santa Catarina, en la alcaldía Coyoacán, muy cerca del Metro Miguel Ángel de Quevedo.
Entre semana, puedes entrar sin ningún problema, solamente los fines de semana debes agendar o reservar a través de su página web; si quieres tomar fotografías debes pagar una cuota de 50 pesos, el resto del museo es completamente gratuito.
El lugar parece una casa cualquiera del lugar, tiene un color hueso y en su entrada hay muchos cuadros con pinturas de varios tipos, todos acomodados de la misma manera, pero algunos se ven disparejos por su tamaño.
El museo está dividido por salas y la primera a la que entramos fue la “Sala Prehispánica”; había desde murales grandes, hasta cuadros pequeños, que solamente podrías mirar si te parabas cerca de ellos, unas pinturas eran de colores pasteles, como de algunos pueblos a los que yo solía ir cuando era pequeña, recuerdo que uno se llamaba “Omitlán”, y al ver ese cuadro me recordó mi visita ahí.
Seguido de la pared, está una que tiene color negro y en medio una pintura con la mitad del sol, pero en el centro tiene la cara de un dios de esas épocas, un hombre de espaldas con los brazos abiertos, es un símbolo de adoración a lo que ellos hacían.
Después de esa sala, estaba “la del siglo XIX”, se dice que en ese siglo las pinturas ya tenían más relevancia, algunos retratos tenían desde gente que parecía tener niveles altos en cierto puesto, hasta mujeres jóvenes o algunas alusiones a ángeles.
Esa sala era de color amarillo, tenía una pintura de un caballo con la cabeza abajo sosteniendo a un bebé, debajo de ese cuadro había otro, pero tenía un fondo blanco, pensábamos que los cuadros eran similares, pero al parecer todos estaban personalizados tal y como el pintor o la pintora querían, nos parecía bien.
Es lo que yo pude deducir de algunas pinturas o murales que llamaban mi atención, ya que no contábamos con guía, solamente algunas personas dando rondines para ver que todo estuviera en orden, si les preguntabas algo te respondían, pero de manera muy corta, por ello solo pudimos hacer ciertas preguntas.
Nos acercamos a una persona que estaba ahí y solo le hicimos algunas preguntas:
-Buenas tardes, siempre hay así de gente o está más tranquilo.
-Buenas tardes, pues varía, la verdad.
- ¿Y, los fines de semana?
-Pues varía mucho, hay veces que entre semana hay gente, pero por lo regular es en vacaciones, ahorita hay gente pero no mucho, los fines se llena.
-Sí me imagino, ¿Qué sala vistan más?
-Pues no hay alguna en especial, se tardan más aquí en esta, yo creo porque preguntan, como son temas prehispánicos, toman más fotos, pero si todas tienen. Si vienen por gusto, por hacer un trabajo o por tomar fotos, algunos extranjeros también vienen y son los que más se acercan a preguntar.
-Sí me imagino, ¿a ti te gusta mucho este museo o tienes otros?
- Sí me gusta este, pero mi favorito es el de Frida Kahlo.
- A nosotros también, nos gusta ese, la verdad íbamos a ir, pero estaba muy caro.
-Sí eso es lo malo.
-Pero esta bien, ahí cuando se puede, vale la pena.
-Sí, eso, sí.
-Vale, bueno, muchas gracias
-No de que, cuídense.
Cortamos las preguntas, ya que la gente entraba y ellos tenían que estar al pendiente.
Mi compañera Mariana contaba con poca batería y yo no tengo celular, entonces seguimos recorriendo más rápido para hacer mejores tomas.
Después de salir, nos sentamos un momento en las banquitas que hay afuera, y después salimos, tomamos unas fotos por fuera y nos retiramos.
Fue una visita buena, ya que vimos en el museo que el punto es que se visualice y se le de más importancia a la pintura en agua. Vimos cuadros muy interesantes y de diferentes, hasta por la táctica que usaban.
Sin duda es un museo que te recomendamos visitar.